Esta ha sido sin duda una de las visitas que más estábamos esperando. Es una de esas cosas que sabes que va ser especial, y lo fue.
De camino a su casa las condiciones de la carretera eran realmente de puerto de montaña. una capa gruesa de nieve lo cubría todo, incluida la carretera. Pero nadie usa cadenas, los taxis tampoco. Y no van precisamente despacio, más bien lo contrario. Algunas veces había ....deslizamientos extraños del vehículo pero se veía seguro al conductor. Había que tener fe.
Y así llegamos a casa del maestro Iura, un hombre venerado y respetado en Japón por aficionados y sobre todo por maestros con los cual trabaja codo con codo.
El maestro tuvo el detalle de posar con nosotros tras la ya habitual entrega de presentes.
Después de atender al protocolo pasamos a una estancia posterior a la salita. Un estrecho y angosto invernadero en el cual no podríamos haber imaginado lo que nos esperaba.
Allí , en este frío y estrecho lugar estaban algunos de los mejores bonsai que se conocen, y lo que algunos consideran el mejor bonsai de junipero que existe, Raijin.
Este ya mítico bonsai creado por el maestro Takeo Kawabe descansaba junto a otras joyas creadas también por el famoso maestro.
Todos hemos visto fotografías de Raijin en innumerables publicaciones, pero hasta que no estás frente a él no puedes imaginar su magnificencia. Su tamaño es colosal, pero impone más aun su potencia, su poder. La sensación de verlo , de tocarlo , es indescriptible. Para unos locos fervientes de los juníperos como nosotros fue una aparicion casi espectral.
Pero Raijin ni está solo ni mal acompañado, es parte de un trío de piezas que no volveremos a ver nada ni parecido el resto del viaje.
No sé la cantidad de veces que volvimos a ver este árbol a lo largo de la visita, una y otra vez.
Las proporciones de este trío son descomunales, fuera de cualquier parámetro imaginable, pero a la vez poseen elegancia, no son tochos simplemente, de ahí su enorme atractivo.
El local es lo que veis, estrecho, pero ...... todo calidad. No se podían fotografiar pore no tener espacio para enfocarlos, solo los que estaban frente a la puerta de entrada, ahi podiamos tener algo más de campo.
Unos detalles.
Pero tras reponernos de este golpe en la frente descubriríamos que las sorpresas no habían hecho más que comenzar. Pero ..... hoy no.