La imagen superior lo dice todo.
Nada más traspasar la puerta del enorme invernadero de Señor Iura nos quedamos de una pieza.
¿Pero no decían que ya no había yamadori en Japón? Ay señor, no hay nada como salir de casa para darte cuenta de la cantidad de tonterías que te llegan a contar.
Lo cierto es que en Japón no se termina nada, ni el yamadori, ni los arboles buenos, ni nada que se le parezca, hay de todo y mucho. Y aquí había yamadori para dejarnos con la boca abierta, por cantidad si, pero sobre todo por calidad, y no será el único sitio donde lo veremos.
El señor Iura tuvo la amabilidad de contestar a todas y cada una de nuestras preguntas, que no fueron pocas.
El contraluz no permite hacer buenas fotos, pero podremos hacernos a una idea de lo que allí había.
Los tamaños de las piezas son realmente increíbles, hacen empequeñecer cualquier material que hayamos trabajado o visto, es realmente colosal, potente, contundente.
La autentica especialidad del maestro es cuidar y preparar el material recién extraido. Lo cultiva, lo fortalece, lo injerta y divide en muchos casos. Posteriormente lo vende a los maestros a los cuales provee del mejor yamadori en las mejores condiciones.
Con frecuencia el material es seccionado en varias partes tras injertar tanto ramas como raíces.
Ello es posible sobre todo porque parte de material tremendamente grande, algunas sabinas tenían el calibre de una persona en la cintura.
Recordad el bonsai que vimos en la entrega anterior de esta serie (imagen superior). Era grandioso tanto por calidad como por tamaño. Y solo es el tramo intermedio de una pieza mucho mayor. Imaginad el original.
Pero donde realmente la reputación del maestro hace honor a su trabajo es en el injertado. Es su especialidad. Lleva toda la vida experimentando formas de injertar y variedades que todos los grandes maestros actuales han copiado.
El maestro ha seleccionado a lo largo de toda su vida las mejores calidades y cualidades de follaje de Itoigawa para reproducirlas y así crear una linea de la mejor calidad. Selecciona y reproduce 200 esquejes al año, y realiza 200 injertos. Sus Itoigawa son considerados por los profesionales los mejores del mundo por la delicadeza y forma de crecimiento. Lamentablemente se niega a venderlos a ningún precio.
Sus explicaciones fueron todo un mundo nuevo para nosotros, atendimos a ellas como si nos fuera la vida en ello, descubrimos muchas cosas que os contaremos al final de esta serie en donde relataremos los ¨secretos¨y detalles que nos hicieron replantearnos tantas cosas que nos habían vendido como verdades absolutas algunos... ¨maestros¨.
El mayor aval del gran trabajo de este maestro es encontrarse allí ejemplares de gran prestigio en Japón, como este famosisimo junípero propiedad de Kunio Kobayashi, estaba esperando su turno para ser injertado en Itoigawa.
Pero no era el único, había muchos, y sobre todo muchos rígidas, también para injertar en itoigawa.
Ejemplares ya acabados, preciosos, por los cuales cualquiera daríamos lo que fuera, piezas con las que ni podemos soñar, estaban allí, desguazandose para ser injertados.
Fijaos en el tamaño de este junípero.
Esto no ha terminado aun, pero por hoy si.
Como dicen los americanos "no comments, no comments...."
ResponderEliminarAsí nos quedamos nosotros allí jeje.
ResponderEliminarUn saludo