Llega nuestro segundo día en Japón y el primero que comenzaríamos con las actividades. Estábamos impacientes, queríamos verlo tooodooo. Pero, . . . . . como hay que comenzar por algo que mejor que el mundialmente conocido Taisho En. Alberto estaba especialmente ilusionado por volver al vivero en el cual había estado varios meses y donde mantiene un excepcional relación con sus dueños.
Nada más salir del hotel nos encontramos las bicicletas eléctricas de alquiler que ya habíamos visto el día anterior, ahora con mas detalle. Bicicletas Panasonic, una de las mil curiosidades que iremos viendo.
La entrada del hotel no es nada espectacular pero tiene su mini jardín japones.
El hotel es sencillo, cumple para dormir, tiene wifi y cuesta 25 euros por noche y persona, si tenemos en cuenta que estamos en plena ciudad el precio es ideal. Hay entrada de metro a tiro de piedra.
Iniciamos un paseo para encontrar un sitio para desayunar, el autobús llegara pronto a recogernos.
Lo primero que apreciamos es que hace un frío de pánico, hay que abrigarse bien.
Todos los taxis llevan esas fundas de encaje, otra curiosidad nipona. Alta tecnología y puntillas, mola.
Todo el mundo al trabajo. Aquí los semáforos son sagrados.
Un jardín vertical
En Japón no se puede fumar en la calle, excepto en las smoking area, pero sin embargo si que se puede fumar en las cafeterías y restaurantes.
Los dulces son uno de los vicios nacionales, pese a lo cual en los restaurantes no hay postre ni café, otra curiosidad, luego sin embargo hay un sinfín de tiendas de dulces muy surtidas.
En este restaurante hacían un plato típico japones elaborado artesanalmente, todo a mano. Quisimos probarlo pero la señora estaba elaborando aun los ingredientes y se negó a servirnos.
Esa especie de bandera sobre la puerta significa que no se puede pasar pese a estar abierto, lo aprendimos ese día.
Dos botellas elegidas a boleo, uno resulto ser café y el otro te. Sacar algo en las maquinas es una aventura, pero mola probar cosas.
Comenzamos nuestro camino hacia Taisho En y comenzamos a ver nieve.... mal asunto, para ver arboles no es lo mejor.
El viaje es largo así que hay una parada para hacer un pis y tomar algo.
Y un cigarrito en la smoking area.
La parada es corta así que algunos optan por llevarse el almuerzo al autobús.
Y por fin.... estamos en el pueblo de destino. Pero hemos llegado pronto. Así que damos un paseo por el pueblo.
Y como siempre.... EL TIM es también un club gastronomico en toda regla.
Así que a comer, en el bar del pueblo, como si estuviésemos en casa.
Y llegamos a Taisho... Alberto se adelanta para llamar al jefe. Al menos a el le conocen.
Desde la entrada y sin haber cruzado el umbral ya se adivina que el viaje no ha sido en balde.
Arboles arboles y mas arboles.....
El maestro sale a recibirnos y tenemos un buen rato de interesante charla con él.
Que si que buen tiempo hace. Que si que chaqueta más chula donde la has pillado, que si no tendrás por ahí un saldo de bonsai..... lo normal para romper el hielo.
También nos recibieron los alumnos que en ese momento estaban en la escuela. Andrea ya era conocido para nosotros a través de su actividad en la red, aquí tuvimos ocasión de hablar con el y posteriormente en la Kokufu también mantuvimos con él una interesante charla sobre el polémico tema de......
que es un tío majo vamos.
Este es el taller en el cual estaban trabajando los chicos, no muy grande pero luminoso y acogedor.
Y después de las presentaciones pasamos al lo que hay que ir, a ver arboles.
Taisho es un vivero comercial de bonsai al uso. Con abundante material en cantidad y variedad. Pero sin duda están especializados en coníferas de tamaño pequeño y mediano, aunque no faltan piezas grandes. En general la calidad tiene un standard alto dentro de lo que entendemos como bonsai comercial aquí, aunque hay de todo. Se puede ver que todo está bien organizado , ordenado y limpio, cosa que no sucede en todos los viveros. Aquí se trabaja mucho.
Al fondo vemos la casa de Taiga, de reciente construcción.
Este tipo de pinos son una de las especialidades del vivero.
Pero como dijimos antes hay un poco de todo y hay que reconocer que a buen precio.
Alaaaa... los grandes, nuestra debilidad.
Se ve la organización y la pulcritud que reina por todo el vivero. Aunque comercial sin duda además está bonito y eso es un regalo para la vista.
Grande, muy grande, el pino.
Y los juniperos que están oscurecidos por el frío de la zona.
También cuentan con invernaderos en donde se protege las especies más sensibles al frío o los arboles trabajados o trasplantados.
Es que aquí hace un frío de dos pares de cajones, solo ver lo abrigaditos que van los chicos.
Cada uno se enamora de lo que puede, el más grande en este caso lo hace del más pequeño. Cosas del bonsai.
Este no era pequeño, nada pequeño, es imponente y una preciosidad. El trabajo impecable.
En este túnel está el material más básico. Pura producción.
El especialista en merchandising no pierde detalle, todo esta controlado, esto se sabe como empieza pero no se sabe como termina, el maestro está al habla con nuestro broquer en suiza para confirmar la trasferencia que le haremos a una cuenta cifrada en las islas Feroe. Lo normal para cualquier español que se dedique a la... en general.
En una de las estancias encontramos la zona de trabajo del operario más antiguo de Taisho que crea algunas joyas en miniatura con una calidad increíble en este tamaño. Son arboles que solo puede alambrar un relojero.
Después de escudriñar cada rincón del vivero cae el día y comienza a oscurecer. Hace mucho frío y nos queda un largo viaje de vuelta. Entramos a despedirnos de los chicos y a tomar un té al cual nos invitó amablemente el Sensei.
Ellos continuaran trabajando todavía durante un buen rato, aquí el tiempo es un bien preciado.
Una de las piezas de las que da pena separarse. La foto no le hace justicia pero es un arbolazo.
Para combatir el frío recurrimos a una de esas maquinas que abundan por todas partes y sacamos algo caliente. Ha habido suerte, es café, podía haber sido cualquier cosa.
De regreso a Tokio ya es de noche, así que toca ver algo de la ciudad, no mucho que mañana se madruga.
Este primer paseo nos servirá para entrar en contacto con la fauna local y para darnos cuenta de que estamos en otro mundo. Aquí todo es diferente, ya iréis viendo porque a lo largo de estos reportajes.
Todo está petado de luces, aquí los rotulistas hacen su agosto.
Esto es un pachinko
Esto es para dedicarle un rato, porque es de esas cosas que ves y no las crees. Veamos como se puede explicar.
Las maquinas hacen todas lo mismo, tienen un vídeo de fondo y caen bolas metálicas por los lados.
Solamente tienen un mando con el cual se supone que como en un juego de pimball hay que hacerse con el mayor numero posible de ellas.
La cantidad de gente que hay en estas salas es increíble, están a rebosar. El ruido es ensordecedor y muchos están con tapones en los oídos ya que pasan horas delante de la maquina.
El juego de luces y ruido hacen que sea algo extremadamente paranoico e insoportable para nosotros.
Lo que se consigue de la maquina son montañas de bolas que las camareras van depositando en cajas detrás de cada jugador. La maquina tiene hasta cargador para el móvil para que no te vayas si se termina la batería. Ademas te dispensan refrigerios para que aguantes lo necesario.
El juego no nos ha parecido que sea complicado pese a su aspecto, solo tiene una rueda y la mayoría jugaba y escribía por Line (aquí no usan el wasapa) a la vez.
Como en Japon esta prohibido jugar dinero (otra prohibición, es que nos les dejan tener ningún vicio a estos chicos, ya comenzamos a sospechar que lo mismo es que no tienen medida) , las bolas se canjean al terminar por regalos. Suponemos que al peso porque contarlas tiene tela. Después de horas y una pasta ahí te dan un peluche, una camiseta o una minipimer.... cada unos es cada cual.
Nadie habla con nadie y cada cual a su bola. El que le pille la gracia que nos la explique.
Después de diez minutos ahí hay que salir o nos tendrían que ingresar. Así que vamos a por la cena.
Casualidades de la vida encontramos un restaurante llamado Taishoen. Menos mal que no somos supersticiosos.
Un ratito más de paseo para hacer hambre y ver algo más de la ciudad.
Es el día de los enamorados, y en el país del ¨ compra hasta que revientes ¨ tampoco se pasa por alto este día.
Y a cenar... esto es lo habitual aquí, lo más frecuente. Esta muy bueno. Pasta con sopa y ...cosas. Pero a las dos horas vuelves a tener un hambre de muerte. Debe de ser una dieta muy sana ya que ver un japones obeso es más raro que ver uno alto.
La comida es muy barata en general, entre 4 y 6 euros puedes comer bien, el agua es gratis, pan no hay, cafe tampoco. Esto reduce mucho los gastos del viaje. Si no te metes a comer sushi, que es más caro y no se encuentra con facilidad, puedes hacer las comidas del día con 20 euros.
El próximo día....el día 3...¿que sera seraaaaaa ????
Genial como comienzo de semana, muchas gracias chicos!
ResponderEliminarUn abrazo
¡Vaya aventura, que envidia! Esperamos ansiosos la siguiente crónica.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué buena la sopa de misho! Taisho es el mejor lugar para comprar.
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