Pues si, estábamos flipados, muy flipados.
No era para menos, estábamos viendo lo que se suponía que no existía. Pero existía y estaba delante de nuestros ojos, por enésima vez en este viaje descubríamos que no siempre es verdad todo lo que se oye fuera de Japón.
Cada ejemplar que vemos es más espectacular que el anterior, enormes, poderosos, ejemplares únicos y nuevos, futuras joyas que todavía están por pulir de la mano de algún gran maestro.
Este ejemplar parece más o menos normal hasta que ves la imagen de abajo y te das cuenta de su tamaño, la maceta es mas grande que el plato de ducha de algunos pisos.
La cantidad de yamadori que podemos encontrar aquí es descomunal, variedades y formas para todos los gustos.
El maestro no solo nos asombró por su vivero, también sus conocimientos son espectaculares, uno tras otro cayeron muchos mitos acerca de técnicas y formas de trabajar que durante años nos han vendido como una verdad absoluta, aquí descubrimos cuanto nos queda por aprender y sobre todo cuanto tenemos que desaprender gracias a aquellos que se inventaron lo que no sabían, a aquellos que se callaron lo que si sabían y sobre todo a aquellos que lo saben pero cuentan otra cosa.
No es fácil digerir todo esto en una visita, pasaríamos aquí días estudiando cada ejemplar y viendo cada técnica que aplica el maestro, si bien documentamos todo lo que pudimos (dedicaremos unos artículos a estas), fue mucho lo que sabemos que nos perdimos.
Rígidas, chinensis, pinos, tejos, piceas...
Llegar al final de esta visita era lo que menos deseábamos, queríamos más, pero había que irse, ya habíamos abusado de su amabilidad tal vez más de lo que las buenas maneras aconsejan.
Solo quedaba un secreto por conocer, y se lo preguntamos. ¿Donde están sus famosos itoigawa? no hemos visto ni uno.
Y nos los mostró , estaban enterrados bajo una gruesa capa de nieve.
Tras una visita guiada a su colección particular tocaba volver al hotel. Con gran tristeza sin duda.
Luego que menos que una cena en un restaurante típico tipiquisimo, de los de sentarse en el suelo y todo.
Hoy tocaba pescado, alguno vivo, para hacer en la mesa directamente.
Estos encantadores chicos, que estaban en la mesa de al lado, nos explicaban que había que hacer la vieira hasta que se abriera para poder comerla.
En el techo todos los conductos están a la vista. Será muy practico en caso de avería, pero bonito lo que se dice bonito igual no es.
A zampar.
¿Estará pensando aun en los arboles que hemos visto hoy?
Aun quedan grandes sorpresas por llegar, pronto.....
gracias por compartir!
ResponderEliminarGracias a ti por leernos.
EliminarSaludos Gabi
Una puta pasada,o mejor, putíssssima pasada.
ResponderEliminarSi, tal cual, lo es. Y no hemos puesto ni contado todo porque hay que sintetizar el articulo, pero tal vez hagamos un especial al respecto.
EliminarSaludos Joan
"...aquí descubrimos cuanto nos queda por aprender y sobre todo cuanto tenemos que desaprender gracias a aquellos que se inventaron lo que no sabían..."
ResponderEliminarNo nos dejéis así, contarnos TODO!!!.
Saludos
Claro que lo contaremos, pero tenemos que dejar algo para otros post ;)
EliminarUn saludo Shohin