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lunes, 24 de febrero de 2014

OCTOPUS: El arte de lo improbable o la sabina que no queria ser bonsai, 2ª parte

En la primera parte hicimos la presentación de Octopus, una planta.... diferente del ideal de bonsái.



Así era la cosa cuando decidimos ponernos manos a la obra. La intención no pasaba de ser un esbozo mental de lo que queríamos, un ideal que tendríamos que comprobar si era posible. Si lo era tendríamos una pieza singular.





Había que ver las posibles opciones y para ello dedicamos mucho tiempo a balancearlo de un lado a otro, inclinarlo, girarlo.  Había que estudiar si era posible sacar algo de aquello.




Detalle de la base. 



lo siguiente fue comprobar la elasticidad de algunas ramas para ver que podía dar de si sin meterse en profundidades. Fue una decepción, la cosa ya apuntaba a complicada. La planta no aportaba facilidades por ningún lado. 






Dado que puesta en su postura original y por su peculiar geometría en T no podíamos encontrar un diseño atractivo , solo nos quedaba ponerla de lado. Y a partir de a resolver todos los problemas. 






En esta posición puede que sea posible hacer algo con esta planta. Pero para ello lo primero es intentar aproximar los dos troncos ya que uno mira a Albacete y otro a Cuenca. 


Gato al canto, bien sujetado y vamos a intentar subir el tronco que baja ya que el otro con este angulo está en la posición más o menos que deseamos. Muy más o menos, pero de momento es la mejor opción. 




Podríamos haber enrafiado la base del tronco al igual que si fuera una rama, pero su eficacia seria relativa, ya que no es una torsión donde la compresión de cerrar una curva se puede controlar. Estamos hablando de enderezar un tronco, y eso es algo más delicado. En estos caso es mejor poder ver lo que sucede para saber por donde se rompe y cuando has de parar. Como podéis ver el tronco se ha partido en canal. Pero la rotura es limpia y longitudinal respecto a la vena, nada más grave que si intentas hacer un shari a mano. Así que todo perfecto. 



Hemos podido acercar sustancialmente los dos troncos (ver la diferencia en las dos imágenes anteriores), ya no cae directo hacia el suelo. 




Cambiamos el gato de posición varias veces para ademas poder girar el tronco descendente hacia el frente y sujetamos cada avance con tensores. 




También vamos aproximando las ramas hacia arriba de cara a formar un volumen bajo, pero menos bajo que el que tenia de serie. 





Ahora es el momento del tronco alto. Tenemos que acercar sus ramas hacia abajo ya que están muy levantadas. Vamos a crear una copa alta sobre el volumen del tronco más bajo. Lo que solemos llamar compactar el árbol. Para ello más gato y más tensores. 


Volvemos a tener nuevas fracturas, pero como en el caso anterior perfectamente controladas y sin riesgo. Para que esto suceda ha de cuidarse mucho donde fijar el gato teniendo muy claro cual va a ser la zona que va a ceder. Es una cuestión de práctica llegar a saber cuales van a ser las zonas que cederán antes y por donde. 





También tendremos que utilizar un gruesa barra para situar el nuevo ápice cerca de la copa del otro tronco ya que está muy retrasado. 









En las tres imágenes anteriores apreciamos como el verde ha pasado de estar opuesto a aproximarse al centro del árbol. 


Aquí apreciamos otra rotura en una de las ramas principales. 




Después de colocar todos los tensores que fijarían todo en su sitio toca enrafiar y mover las ramas para que podamos posicionarlas en el lugar deseado 


En estos primeros modelados nunca alambramos ramas finas y menos el follaje. Ademas de no ser excesivamente bueno (aunque no seria grave) lo cierto es que no tendría ningún sentido practico ya que casi ninguna ramilla de las que tiene se van a usar en el diseño final. muchas se eliminarán y otras se reaharan desde cero. Y por supuesto el verde no va a ser el que se utilice ya que las ramas han de crecer mucho todavía, de ahí que sería un trabajo infructuoso. Es mejor esperar a que brote y ver que ramas nos serán útiles y entonces alambrarlas. 



 Los arboles raros tienen una particularidad manifiesta. O bien no valen para nada , cosa frecuente, o bien dan una pieza singular. Trabajar sobre ellos hace que tengamos que esforzar la imaginación para extraer algo de ellos. Si sale bien...genial, y si no sale bien siempre nos valdrá para afinar nuestro manejo del diseño y sobre todo para comprender cada vez más las infinitas formas que se pueden recrear. 

Pero ojo, el árbol singular ha de ser trabajado con calma, es frecuente encontrar piezas de estas características en talleres, y este no es el mejor lugar para estos arboles, no al menos si se piensa en un taller tradicional. 

Una pieza como la de este articulo tiene unas 12 hora de dos personas para hacer solo lo que aquí hemos visto, muchas de ellas solo intentando comprender la planta e intentando desarrollar esa imagen ideal que madura a la vez que trabajas. 

En un taller con mucha gente esto es prácticamente imposible, de ahí que pueda no obtenerse el mejor resultado, o incluso correr riesgos excesivos. Este error lo hemos cometido todos. Pero lejos de desalentar la intención es fomentar la idea de que se puede y se debe ir despacio, no es cosa de un día, ponle paciencia a tu pieza singular y podrás sacar posiblemente un bonsai singular. 

Volvamos a nuestro árbol. 

Pese al cambio sufrido siegue sin ser un árbol bonito, de echo es raro de coj... pero tenemos idealizada la imagen de lo que queremos y pasa por este estadio. Puede que consigamos algo... o puede que no. 

Pero eso para el próximo día. . . . . . . .